Inspiring Change. For the recognition of equality for women consumption.

El libro recientemente publicado de Sheryl Sandberg, principal figura de Operaciones de Faceboook, Lean In. Women, Work, And The Will To Lead (Ir Hacia Adelante. Mujeres, Trabajo Y El Deseo De Liderar), ha revolucionado el avispero mediático de negocios de los Estados Unidos.
Su propuesta, de avanzar y no claudicar, respecto al propósito de liderar de las mujeres en cuanto al trabajo, cobró suma importancia, creo yo, tanto por lo que expresa, como por quien lo enuncia.
Sandberg se ha atrevido a decir lo que much@s no dicen claramente: que se debe hablar fuerte y claro de los problemas de género y que al hablar así y yendo hacia adelante un@ debe reconocerse como feminista, sin que esta palabra nos moleste.
Creo que ese es uno de los aportes más valiosos que ella hace. Lo que se propone y busca, es que haya más mujeres empoderadas, como para que la igualdad entre los géneros sea verdadera y no una mera promesa.
Los obstáculos que encuentra son los conocidos: sexismo, discriminación, acoso sexual y, en otro sentido, como ocuparse del cuidado de los hijos, la licencia por maternidad/paternidad y l@s mentores y patrocidador@s de las mujeres.
Pero los peores obstáculos, y que ella encara firmemente, tienen que ver con las barreras dentro de las propias mujeres: la falta de confianza en sí mismas, que no alzan sus manos y que se echan hacia atrás en vez de ir hacia adelante.
En el recorrido del libro, poblado de anécdotas personales que ejemplifican lo que postula, pasa revista a una serie de tópicos como el liderazgo y los miedos que provoca, el éxito, la carrera, los mentores, ser auténticas y hablar con la verdad, no claudicar antes de tiempo, que la pareja sea un socio real, el mito de hacerlo todo, etc.
Quizás los capítulos a los que más dedica su atención tengan que ver tres cosas: el no claudicar antes de tiempo, la pareja/socio, y el hablar ampliamente de los problemas de género.
Muchas mujeres, particularmente las muy educadas, muchas veces abandonan antes y esto contribuye enormemente al sesgo en el liderazgo de las mujeres. Y que la provisión del cuidado de los hijos sea una tarea compartida, pero que hay que decidir quién será, dentro de la pareja, el proveedor de cuidado primario.
Por otro lado plantea que la decisión más importante que toman en su carrera las mujeres es si van a tener un socio para toda la vida y quien será ese socio.
Y creo que el último gran tema que postula exitosamente es que hablemos de género y de feminismo abiertamente. Identificando las barreras y encontrando las soluciones. Aquí está la diferencia.
Firmemente creo que el efecto del libro tiene que ver no solo con los conceptos, algunos de los cuales son novedosos, sino con quién emite esta opinión. Algo que compartimos al ciento por ciento.
Muchas veces he dicho que si las mujeres no se defienden ellas mismas, en primer lugar, nadie lo va a hacer. Aunque siempre admití que los hombres, que somos conscientes de estos problemas, y que estamos de acuerdo con el rol que deben tener las mujeres en el mundo moderno, debemos ponernos al lado de ellas, tanto en la casa como en sus carreras profesionales.
*Sheryl Sandberg, Lean In. Alfred A. Knopf, New York, 2013.
Link a la nota en Mujeres y Cia.
The Gender Group chose some successful cases from companies that spoke to women*: *(quoted and developed by Fara Warner in her book The Power of the Purse, Pearson Prentice Hall, 2006)."It is fundamental that we all understand that IBM did not use marketing aimed at business women because it is the right thing to do. We used marketing aimed at women because it is a great opportunity."
Piebes Cherie, IBM
Los temas relacionados con el género habitualmente nos llevan a tratar con la brecha en el salario, la necesidad de cuotas en los consejos, la participación política de las mujeres y con la desgraciadamente aún existente, violencia de género. Mucha gente desconoce que las mujeres controlan mundialmente más de 20 billones de dólares del gasto mundial.
Y lo que es más grave, cuando se considera el consumo de las mujeres, es que la mirada siempre es desde un enfoque masculino. No solo porque la mayoría de las empresas están mayoritariamente conducidas por hombres, sino porque la forma de pensar el consumo de las mujeres es desde el pensamiento masculino.
Esto también afecta la forma de conducir las empresas, que siempre se hace desde la óptica masculina. Pero ese es tema de otro artículo, aunque esté relacionado con éste.
Lo que nos preocupa, es que con semejante gasto en manos de las mujeres, todavía se considere que ellas deciden, eligen y consumen marcas con el mismo esquema de pensamiento que los hombres. Cuando hoy ya sabemos que las formas de tomar decisiones de compra son distintas según el género del consumidor.
Lo que aquí nos preocupa, y nos conmueve (porque nos enoja), es que con semejante gasto en manos de las mujeres, todavía se considere que ellas deciden, eligen y consumen marcas y servicios con el mismo esquema de pensamiento que los hombres.
Cuando hoy ya sabemos que las formas de tomar decisiones de compra sobre marcas son distintas según el género del consumidor. Pero sucede que los hombres, que son mayoría en las empresas, siguen pensando que ellas actúan y deciden igual que ellos, cuando esto no es así. (Y lo que es peor es que muchas mujeres dentro de las empresas deben razonar como hombres, porque si no, no las consideran.) Falta pensar en femenino. Falta conocimiento sobre género y sobre las diferencias culturales de género, entre otras cosas, con relación al consumo.
El 90% de las mujeres dice no identificarse con las mujeres de las publicidades por lo que no están satisfechas con como las trata la publicidad.
Para conocer el pensamiento femenino, respecto a sus productos y servicios, las empresas deben comenzar a “pensar en femenino” y/o “a ser bilingües en género”.
Para lograrlo deben saber aplicar las diferencias culturales de género al marketing. Y deben considerar esas diferencias en sus investigaciones de mercado, en el desarrollo del concepto del producto y en todos los procesos comerciales incluyendo la venta, la promoción y la publicidad.
Deben pensar en femenino y desarrollar productos y servicios que satisfagan a las mujeres, y transmitírselos correctamente con estrategias de comunicación y ventas, teniendo en cuenta sus diferencias con los hombres.
Ahora bien, me preguntarán qué pasa cuando el producto o servicio se dirige tanto a mujeres como a hombres. Mujeres y hombres pueden querer cosas distintas de un mismo producto y pueden sentirse atraídos hacia el por distintas razones. Lo interesante es que el avance tecnológico nos permite hoy dirigirnos por canales de comunicación distintos y desarrollar estrategias de comunicación distintas, según el género. Y darle a cada consumidor/a, lo que esta buscando en el mismo producto.
Si vendemos una marca de auto, por ejemplo, un canal de cable, que se dirige a una audiencia femenina, puede enfatizar la confiabilidad de la marca, la amplia capacidad interior y la novedad de sus colores, que son temas que ya sabemos interesan a ellas. Otro canal dirigido a los hombres puede hablar de la misma marca resaltando la potencia de su motor, su aceleración y la seguridad de sus frenos. Razones distintas por género gracias a la segmentación de medios.
Si nos dirigimos a las mujeres con los argumentos que ellas prefieren, más mujeres se sentirán satisfechas con ese producto y lo comentarán positivamente entre sus conocidas y amigas (las mujeres ejercen mucho más que los hombres la comunicación “boca a boca”). Y más mujeres se verán orientadas hacia la compra de esa marca que sabe entenderlas y les da los que ellas quieren.
Resumiendo, debemos ocuparnos ya de ese mercado de 20 billones de dólares pensando en femenino.
2. Según expresó Muhtar Kent, Chairman y CEO de The Coca en Octubre de 2010
Link a la nota en Mujeres y Cia
Me tiene muy a mal traer como se discrimina sin saber. Muchas veces, por costumbre, por querer resultar gracioso, se dice algo que pretende ser cómico, que quiere ser un chiste y, aun progresistas y feministas, usan palabras como “chicas” o “minitas” (en el slang porteño).
Sin saber que están cometiendo un sesgo de género. Porque decirle a las mujeres “chicas” es reconocer que aun no han crecido (por lo menos tanto como nosotr@s), por mas cariñoso que sea. Y el “minitas” es mucho peor, mucho más despectivo, aunque se diga con la sonrisa mas tentadora y queriendo ser muy simpátic@
Si he abusado de la “@” es para enfatizar que esto le ocurre tanto a varones… como a mujeres. Se supone que el chiste salva todo, cuando en realidad muestra una inconsciente agresión. ¿Y ésto por qué?
Si se supiera sobre género y lo que supone la discriminación de las mujeres con los consiguientes estereotipos y sesgos de género, no se hablaría tan a la ligera.
Porque nos falta educación. (En esto no importa el género.) No se sabe. Ese es el gran problema.
Y de esto se trata. Observo, por ejemplo, que son pocas las empresas que tienen una política de equidad de género. Y muchas veces, aunque la declaman, olvidan en el resto de sus acciones, en la vida de todos los días, en lo cotidiano, la perspectiva de género. Si toda la empresa y sus gerent@s, ejecutiv@s y emplead@s no han sido instruíd@s en perspectiva de género, poco puede hacerse.
De allí que sea tan imperioso cobrar conciencia de la necesidad de aprender sobre género.
Por algo es que se pospone la cuota de género para que se aplique en Europa. O que en los directorios y consejos de administración, o ejecutivos, las mujeres sean minoría y lo seguirán siendo por unos cuantos años.
El mundo sigue siendo conducido mayoritariamente por los hombres y éstos, en su gran mayoría, son machistas. Todavía lo son. Luchar contra el machismo implica luchar contra los sesgos y estereotipos de género.
Pero para eso hace falta la perspectiva de género. Por eso propongo que se incluya al género como materia de estudio en todos los niveles de educación: desde el jardín de infantes a los pos doctorados.
Si no nos educamos los progresos en cuanto al género serán meras ilusiones. Creo quedebemos tomar una actitud más combativa al respecto.
Link a la nota en Mujeres y Cia
Recientemente, escrito por Stephanie Coontz, apareció en The New York Times un artículo titulado “El Mito de la Declinación Masculina»1. Este alude a varios libros que hablan del ascenso de las mujeres, marcando su superioridad, en detrimento de los hombres. Pero la verdad es que ellos siguen controlando casi todo y que se ha exagerado la transferencia de la distribución del poder entre los géneros ocurrida durante la mitad del último siglo. La realidad es que, en los Estados Unidos, el progreso de las mujeres se paró en los últimos quince años.
El “sexo” mas rico sigue siendo el de los varones, dado que en general, por la discriminación existente, el salario de ellas sigue siendo, en promedio, más bajo.
La articulista analiza diversas cifras y fuentes y da ejemplos donde las mujeres avanzaron tanto en salarios como en posición, pero concluye que, a pesar de ello, siguen estando peor.
Las mujeres han debido esforzarse en superar en los estudios a los hombres pero ni así logran una equiparación salarial. Las que logran ingresos iguales o superiores a los de los hombres, son excepciones.
Al igual que se exageró en un momento el ascenso de las mujeres, se hace lo mismo ahora respecto al descenso de los hombres.
Hoy pasa con los hombres algo parecido al planteo que hizo Betty Friedan en 1963 respecto a la “mística femenina”. Dicha mística descorazonaba a las mujeres y les decía que no mejoraran sus oportunidades de trabajo porque los hombres proveerían. Igual que entonces, esta mística masculina hoy promueve que los hombres no se esfuercen por mejorar con la premisa de que más pronto o más tarde su “masculinidad”, como está definida hasta hoy, será recompensada.
Hoy hay pocos hombres estudiando, por ejemplo, carreras vistas como “femeninas”. Así sucede, por ejemplo, que falten muchos enfermeros y esta decisión descarta una posible fuente de trabajo. También se penaliza que los hombres prioricen el compromiso familiar: si lo hacen puede que se los acose o prepotee en el trabajo. O si piden licencia familiar se los ve como débiles o no competitivos. Y a la larga también pueden no ser promovidos y ganar menos.
Por eso es necesario que los hombres se liberen de la presión de tener que probar su masculinidad, como erróneamente se la entiende hasta ahora.
El ascenso de las mujeres no implica el fin de los hombres. Y el progreso de ellas no es una panacea. Como se ve estamos aun llenos de prejuicios. Y estos nos impiden avanzar.
Falta aun mucho para que logremos la equidad de género en toda nuestra vida: en el trabajo y en el hogar.
La situación general de crisis económica tampoco ayuda. Durante las crisis se prioriza darle el trabajo escaso a los varones. Y así perpetuamos prejuicios y estereotipos.
Hace falta que las mujeres se organicen aun más para luchar por sus derechos y empujen a las instituciones sociales, económicas, políticas y educativas a que las reconozcan y las equiparen en todo sentido a los varones.
1. The Myth of Male Decline, The New York Times, 30 de Septiembre de 2012, Sunday Review, Pag. 1 o aquí.
Las recesiones y recuperaciones económicas son siempre fatales. Pero más para las mujeres: comparativamente, muchas veces, pierden más trabajos que los hombres y también les cuesta mucho más recuperarlos. Y cuando los logran, es ganando menos que antes. Es que existe una discriminación encubierta y ancestral causada por el mito del hombre proveedor. Este mito desconoce el lugar de las mujeres hoy en el mundo, pues las hace dependientes de los hombres y como si ellas no pudieran, independientemente, ganarse su propio sustento y determinar sus vidas.
Un artículo de Estados Unidos se refiera a como la discriminación impide, a algunas mujeres, volver al trabajo luego de un período de recesión. Su autora es Bryce Covert y lo publicó en el portal del semanario The Nation el 21 de agosto de 2012.
Plantea que luego de un periodo de recesión, cuando comienza la recuperación, los hombres desocupados obtienen cuatro veces más trabajos que las mujeres.
La actual recesión plantea un alerta para las mujeres europeas. Si ellas no defienden sus lugares en el mercado de trabajo y si no plantean que el mito del hombre proveedor todavía subsiste, se las verán en peores situaciones que los hombres para volver a integrar la fuerza laboral.Parte de la explicación es que los hombres habían sido despedidos masivamente en algunas áreas de trabajo. Pero otra parte la dio un estudio: pesaba la histórica discriminación hacia las mujeres.
Ellas perdieron muchos empleos en el sector público, donde más estaban representadas. Y con la recuperación fueron los hombres quienes los consiguieron más rápidamente, incluso en sectores donde antes ellas predominaban.
La nueva evidencia demostraba que la discriminación tuvo un papel importante en algunas de las luchas de las mujeres por retornar a la fuerza laboral.
La información del censo de 2010 mostraba que las madres tardaron más que los padres en encontrar trabajo y, cuando lo lograron, descubrieron que sus ganancias habían decrecido más que las de los hombres.
Esto ocurrió a madres con diferentes historias, educación y experiencias laborales. Los padres tenían prioridad y mas éxito que los solteros en lograr de nuevo un trabajo. Pero a ambos géneros, les bajaban los salarios y muchas veces algun@s abandonaban la búsqueda de trabajo.
Y según otro estudio, a las mujeres les era más redituable, antes que seguir infructuosamente buscando un trabajo rentado y siempre de menor ganancia, dedicarse a alguna actividad no rentada, como educarse más o jubilarse tempranamente. En otros casos era tan valioso dedicarse al cuidado de los hijos y limpiar la casa como encontrar un nuevo trabajo.
Las mujeres abandonaban por la gran brecha que existía en la paga y porque las que ganaban menos que sus esposos, con la misma educación, ya se habían estado yendo de la fuerza de trabajo desde la década del 90. El ofrecimiento de menor paga era un incentivo mayor para quedarse en casa.
La discriminación es sutil y difícil de comprobar y muchas veces es inconsciente. La recesión no exceptúa a nadie. Aun cuando muchas mujeres son las que traen el pan a la casa, el mito de que es el hombre el que siempre trae el pan está tan dentro de todos nosotros que parece haber impactado luego de esta, la peor recesión desde los años 30.
Estas reflexiones nos sirven para pensar en la actual recesión de Europa y plantean un alerta para las mujeres europeas. Si ellas no defienden sus lugares en el mercado de trabajo y si no plantean que el mito del hombre proveedor todavía subsiste, se las verán en peores situaciones que los hombres para volver a integrar la fuerza laboral. Y todo esto sin desestimar que existen hogares unipersonales de mujeres independientes y de madres solteras, situaciones ambas que el mito no contempla.
Debemos tener muy en cuenta que, a pesar de todos los avances logrados, éstos se van por la borda en el primer momento de una grave situación social.
Por eso invito a todas las mujeres a tener presente estas experiencias de las norteamericanas.
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*Dr Joyce Brothers, Advertising Age
http://www.edmunds.com/women/index.html
http://www.20-first.com/index.php
http://www.mujeressinfronteras.com/msf/home.php
Women as a tendency (Female Fever) http://www.trendwatching.com/trends/femalefever.htm